la música de tomás habla por sí sola pero lo mejor que puedo decir de este disco es que su gran belleza, magia y misticismo cósmico-bucólico me hizo sentir puro a lo largo de la casi hora que dura.
disfrútenlo.
antes que nada, debo decir que vi la teta asustada cuando fue estrenada hace casi un año y me gustó. no me fascinó pero me pareció una película con una propuesta estética particular, bella y de una gran sensibilidad, y, claro, no fui ajeno a la clásica acotación “muy buena para el nivel del cine peruano…”. pero hay algo que realmente me desagrada llegado a este punto y es lo que me interesa comentar aquí más que sus méritos cinematográficos: es toda la parafernalia suscitada en torno a ella y a su participación en el óscar de este año, y el motivo es una razón que cualquier persona medianamente inteligente, criteriosa y bien informada debería sostener: el óscar es una gran mierda. yo no sé cómo era antes –no creo que tan distinto en realidad-, pero desde que tengo uso de razón y sigo esta ceremonia, he visto la supremacía y consagración de películas mediocres, poco originales y complacientes, a saber, titanic, el paciente inglés, corazón valiente, etc., como las más ganadoras. entonces, en mi opinión, la polémica no va por el lado de si la teta asustada merece un óscar sino más bien por el lado de “¿realmente es un honor ganar un óscar?” ¿acaso no saben que la calidad cinematográfica de una película no es ni remotamente el criterio de mayor peso a la hora de elegir a la ganadora, siendo mucho más importantes aspectos relacionados con la taquilla, potencial comercial, nivel de censura e intereses particulares de los dueños de la industria? la imagen de michael moore siendo abucheado y quitado del aire cuando criticaba a bush e inmediatamente menospreciado por el presentador de turno, el innombrable steve martin, en una edición del oscár de hace casi una década atrás es sólo una muestra de lo oficialista e hipócrita que puede ser esta ceremonia. ahora, lo que no puedo negar es el impulso y beneficio que le puede dar a un cineasta el triunfo de su película en cuestiones de apoyo económico y difusión, pero ver en el óscar la concretización de una realización personal o el cumplimiento de un sueño dorado me parece lo más cercano a aspirar al ya largamente deteriorado “sueño americano”, es decir, una aspiración patética. y más patética aún cuando se convierte en un anhelo nacional, como una esperanza de un nuevo triunfo del país; ¿tan sedientos estamos de reconocimiento ajeno? lo entiendo más en, por ejemplo, lides deportivas, en las cuáles los triunfos son objetivos y se ganan en la cancha, pero un triunfo determinado por la decisión de unos jueces sin rostro, basados en criterios tan deleznables como los expuestos anteriormente, para mí, sencillamente carece de valor. en todo caso, valoro más su triunfo en el festival de berlín, festival que, al igual que el de cannes o venecia, apela a criterios mucho más independientes e íntegros para elegir a sus ganadores.
honestamente, espero que la teta asustada gane el óscar, aunque eso signifique tener que soportar el diluvio de adulación mediática que eso conllevaría, porque en el fondo creo que sería una buena oportunidad para abrir puertas a otros cineastas peruanos que vienen detrás y trabajando con perfil bajo –que son pocos pero son- y, obviamente, a la gente que, sin duda, trabajó fuertemente por lograr hacer una buena película en este país, cosa que de por sí ya es un gran mérito, pero no cuenten conmigo para salir a celebrar al parque de miraflores con mi bandera y mi camiseta de “te amo perú” porque eso no va a suceder.